Ánimas
La cuadrilla Nada es lo mismo. Cuando era un niño, la noche de las ánimas –que se celebraba la misma noche de todosantos y no la noche anterior— se acostumbraba a poner en las ventanas de las casas una calabaza hueca, a la que se le habían perforado ojos y bocas, introduciendo en su interior una vela encendida creando una macabra cabeza. Por lo que he podido saber, esta era una costumbre o tradición de muchos pueblos aragoneses y que tenía su origen en una creencia ancestral consistente en iluminar el camino de las almas en el sendero hacia el más allá y no quedasen perdidas, evitando que el luminoso mundo de los vivos se mezclase con el cosmos tenebroso de los muertos. Que fuese una calabaza confitera, y no un melón, sólo tiene que ver con el tiempo en que maduraba en los huertos dicha cucurbitácea planta y cuya pulpa servía para enriquecer virtuosamente sabrosos enfarinoses y empanadones que se elaboraban en este tiempo de conjuros de brujas y hechiceros para ahuyentar