Ánimas

La cuadrilla
Nada es lo mismo. Cuando era un niño, la noche de las ánimas –que se celebraba la misma noche de todosantos y no la noche anterior— se acostumbraba a poner en las ventanas de las casas una calabaza hueca, a la que se le habían perforado ojos y bocas, introduciendo en su interior una vela encendida creando una macabra cabeza. Por lo que he podido saber, esta era una costumbre o tradición de muchos pueblos aragoneses y que tenía su origen en una creencia ancestral consistente en iluminar el camino de las almas en el sendero hacia el más allá y no quedasen perdidas, evitando que el luminoso mundo de los vivos se mezclase con el cosmos tenebroso de los muertos. Que fuese una calabaza confitera, y no un melón, sólo tiene que ver con el tiempo en que maduraba en los huertos dicha cucurbitácea planta y cuya pulpa servía para enriquecer virtuosamente sabrosos enfarinoses y empanadones que se elaboraban en este tiempo de conjuros de brujas y hechiceros para ahuyentar a los muertos de las casas.
Cortando con arte!
Ya nada es igual. Los tradicionales dulces elaborados con la exquisita sustancia de la calabaza y de moniatos se han substituido por castañas y panellets, manjares de riquísimo paladar, y por celebraciones importadas de otros lugares. Castañadas y hallowins compiten en importancia entre las gentes llegando incluso a debatirse cuál de las dos tradiciones es más auténtica en el ámbito territorial del Reino de Aragón, sin tener en cuenta que, según creo, el Halloween (Hallow,s Even) era un rito celta de celebración del fin de año – el 31 de octubre para los celtas— que llegó al nuevo continente a través de los irlandeses.
La Cristina, feliz.
Sea como sea, el caso es que la cuadrilla se reunió siguiendo la tradición anual para celebrar que seguimos en pie en el nuevo año celta, en el día de las ánimas o en la castañada, aunque Toñín ande con dificultades motoras después de la operación de rodilla y Pajarico y Merche con algún entrebanc que les dificulta los desplazamientos hasta el pueblo, de momento, porque están hechos unos mozos y pronto correrán como las liebres. La cocina corrió a cargo de 
Cristina que preparó unos montaditos riquísimos y un fricandó con setas para chuparse los dedos. Se acompañó el ágape con buenos caldos y espumosos del Penedés que alegraron un ambiente caldeado por el fuego de una chimenea de hierro donde también se tostaron unas castañas gallegas. 
Las castañas de la noche!
Unos variados panellets caseros, con cierto aroma “materno” en su exquisita elaboración, terminaron de poner la guinda a una cena y un ambiente de amistad con la cuadrilla, con quien tuve la satisfacción de compartir el premio comarcal a mi relato “Con la colilla entre los labios” que el jurado del II Concurso Literario del Bajo Cinca ha tenido a bien concederme estos días; también se felicitó a Judith, la hija de Cristina y Padilla, por ser la ganadora del primer premio del II Rally Fotográfico del Descenso Internacional del Cinca con su obra "Rutina", una exposición que puede visitarse desde el viernes en el Consejo Comarcal del Bajo Cinca.
Capriccio di cardinale!




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