Puentes

Llegados a primeros de noviembre, la actividad laboral clásica se ha paralizado un par de días –tres días los más afortunados por el puente— y eso se ha dejado notar en el pueblo. Las razones de tantos desplazamientos son más que obvias y no hace falta extenderse en ellas. Son días de perennes recuerdos que, al margen de creencias personales, nos aproximan a los familiares y amigos desaparecidos en el camino de la vida. En una visita temprana a un pequeño camposanto cercano constaté, no obstante, que los caminos del más allá, al igual que los de la vida no son iguales para todos. En este lugar, la mayoría de los difuntos disponían de un habitáculo aproximado de dos metros cúbicos –apilados de cuatro en cuatro en dos laterales del recinto a modo de gradas, para el viaje eterno, mientras el resto de la superficie del terreno era ocupado por cuatro tumbas de grandes dimensiones con tapa de granito, con amplio espacio alrededor bordeado de alto seto, bien cortado, que ilustraban el origen poderoso de sus moradores, empeñados en dejar clara constancia de su estatus social también en sepultura. Las clases sociales han existido siempre y, por mucho que la humanidad se haya empeñado en aproximar sus extremos, siguen existiendo en este siglo tanto para los vivos como para los muertos. Los mitológicos cipreses que elevan las almas creyentes al cielo, el aroma de las flores que perfuman el aire todavía caluroso de este otoño —como esas flores que acompañaron el nacimiento, el ramo de la novia y la corona del entierro— el recogimiento y los sentimientos encogidos de los visitantes conforman un paisaje de sepulcral silencio que se vuelve alborotado en reuniones posteriores en la barra de un bar o alrededor de una mesa entre amigos. Y es que los humanos, a poder ser acompañados de buena vianda y excelente vino, generamos mecanismos automáticos que permiten combinar estos momentos de duros contrastes sin requerir, en general, de las visitas al psiquiatra.

La mañana del sábado fue agradable y, sobretodo agradecida, no sólo por los dos conejitos que cobró la Diana, que ya ha cogido mejor forma que el dueño después de cuatro jornadas de caza, sino porque tuve la ocasión de saludar a Luis y José María, excelentes cazadores ambos, acompañados de Ramonina que cada día está más joven, y compartir con ellos y el Polo almuerzo en el “mas de la Celia” en un ambiente estupendo con atmósfera de jalouín, como puede apreciarse en la instantánea del encuentro. La comida, en casa con la familia y mis nietas que son un sol y alegran la casa cuando vienen. También tuve ocasión de saludar a mi sobrino Edgar que se ha pasado al mundo motero con una cuatrotiempos que tiene muy buena pinta y ya hemos quedado para alguna salida por los alrededores pero con conocimiento. 
Y así fue que, en la fresca noche del sábado, la cuadrilla se reunió en el salón abuhardillado de Cristina and Padi a degustar unas excelentes olivas chafadas de Torrente, aperitivos varios, un sabroso plato de solomillo con setas y acompañamiento de castañas y panellets al horno de casa. La chimenea de leña puso una agradable temperatura ambiental que fue subiendo a medida que los comensales fueron tostando el gaznate con Costers del Segre y Torelló que acompañaron una cena que acercó unas cuadrilla cuyos componentes están repartidos, cincuenta por ciento, por tierras catalanas. Bienvenidos sean los puentes y los caminos que se han construido para acercar a las personas y los territorios, y los puentes festivos que nos permiten disfrutar de los amigos alejados por sus obligaciones profesionales. A ver si rehacemos el puente del entendimiento entre gobiernos separados por una orgullosa arrogancia que impide el acercamiento necesario. Igual se arreglaba si en vez de castañas se enviaban flores.

Comentarios

  1. Los que seguimos cada semana tus escritos y correrías, estamos de acuerdo con tus opiniones sobre la desigualdad de las personas en vida, y con intenciones de pervivir más allá de la muerte. También te envidiamos las comidas, los lances de caza y las reuniones de familia y amigos. Se ve un calor y una complicidad estupendos. A seguir así.

    El autor tiene la facultad, de que el lector rápidamente se pone en situación sobre lo que se explica en cada momento.

    MANUEL


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