Flores

Estos días de todosantos son extraños hasta para la caza. El aire se satura del cromatismo perfumado de flores que evocan invariables recuerdos, y las fragancias intensas de crisantemos y de rosas blancas inundan el ambiente otoñal. En este estado de sensibilidad no se puede ejercitar ninguna actividad que no sea la meditación trascendental. No extrañaría que los eremitas que poblaron las ripas ballobarinas iniciasen su recogimiento ascético llegado noviembre.
Juan Luis, Francisco, Mari Carmen, Cristina, Dorita, Maria José, Mayte, Pablo, Toñín y Antonio.
Aquí no se levanta ni dios!_ (foto_Juanjo)
Ya sólo faltaban los panellets, las castañas, los moniatos, las cenas de la cuadrilla de amigos, con buen riego de tintos y otros digestivos alcoholes, y la acogedora buhardilla de Francisco Padilla suministrando la temperatura propicia para la reunión nocturna. En esta ocasión, se degustaron unas olivas de Torrente, apañadas en casa, con toda clase de aperitivos caseros preparados por los anfitriones y un delicioso guiso de conejo, para chuparse los dedos, que cocinó Cristina. Si algo le sobró a la reunión fueron algunas ausencias y algunos lustros, esto sólo entre los varones que a las señoras no les pasan los años y cada día están más guapas. No sé como he ido a parar a esto de las señoras porque, lo que quería deciros, antes que se me vaya otra vez el santo al cielo, es que estas condiciones ya enumeradas no son las más propicias para el deporte cinegético ni de cualquiera otra especialidad en que se requiere que el cuerpo no ande pendiente de las dificultades de pesadas digestiones, ni de somnolencias añadidas. Así y todo, se salió de caza, que no a cazar, aunque sólo fuese para despejarse con los saludables aromas de romeros y tomillos que recuperan a uno del estado de atontamiento que le imprimen las esencias de las camelias de chanel. La mañana estuvo desangelada y desapacible, con viento molesto que levantaba nubes de polvo por doquier; quizás fuese la inminencia de un eclipse de sol por lo que, en la Sierra, no se vieron perdices. Esta luna, que no nos deja vivir!

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