Rincones y esquinas




 La vida de un pueblo está gravada en la memoria de sus vecinos. También en sus calles, en sus rincones, en sus casas, y en las esquinas que giramos caminando hacia nuestros quehaceres cotidianos, descubriendo la emoción de los recuerdos de lugares y personas que añoramos, alegrándonos con el encuentro inesperado de un amigo, un conocido o una vecina que hace tiempo que no saludamos. Esquinas de nobles infanzones y esquinas de antepasados que se fueron dejando profunda añoranza. Esquinas con aroma a tabaco, rincones botánicos que refrescan los paseos veraniegos, esquinas de sastrerías antiguas y viejas esquinas de piedra que contrastan con modernas construcciones que reflejan el progreso de las gentes. Esquinas con arcos que saludan a los viajeros que visitan el pueblo, rincones coloridos con gatos que buscan las sombras en las mañanas de agosto y esquinas que andan solitarias en este año de vírica plaga que nos aísla. Rincones y esquinas con flores que alegran la vista, algunas con empinadas escaleras que ascienden a los arrabales, otras con colores de arcilla y de piedra, o con pinturas modernas en las fachadas y artísticos grafitis en las tapias. Rincones y esquinas que se abrasan al sol de las ripas y refrescan en las noches con la brisa del río. Esquinas que rememoran los juegos de nuestra infancia y evocan sensaciones y añoranzas en nuestro paseo, sin prisas, al cobijo de su sombra.















Comentarios

  1. Hoy he leído todo lo que has publicado este verano. Me han encantado tus escritos y pienso, que cuanto más no les gustarán a las gentes de Ballobar, que saben muy directamente de qué hablas.
    Noto que cada vez te salen más poéticos, más líricos... Se nota que te gusta la naturaleza.
    MANUEL.

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