Luvias de otoño


Amanita ovoidea (cat. Farinera) en la Sierra.

Amanece oscuro y el cuerpo se resiste a vencer el decúbito lateral derecho. La lluvia silencia el canto alegre de los gorriones y repiquetea monótona en la terraza entre los tiestos de olivos, agaves y adelfas. Este viene siendo un otoño extraño sin cierzo, sin nieblas y con más agua de la acostumbrada que anega los campos haciéndolos impracticables para la siembra, la recolección de las olivas y para los amantes de patear los campos con perro y escopeta. El caso es que la afición vence a la pereza y uno acaba echando la garra fuera de la cama y se preparara un café romano que le desperece. En estas condiciones de extrema humedad, si no fuese por darle gusto a la Diana hay días que uno se quedaba en casa. Y es que ver la expresión de alegría de la perrita cuando sabe que le espera una mañana de corretear por restojos verdecidos, linderas de ontinas, espartos, aliagas y artos, arriba y abajo sin descanso –que yo no sé de dónde sacará tanta energía— constituye la mejor medicación para combatir el reumatismo, la esclerosis articular y el estado depresivo que produce la incompetencia y la mala educación de algunos portavoces de grupos parlamentarios con acta en el Congreso.
Perdices en el mas de la Sierra.

Puestos en el campo y hasta día de hoy, las jornadas han transcurrido con dificultades por el estado embarrado del terreno que aumenta el cansancio, con mañanas que te pilla el chirimiri a tres quilómetros del refugio, y con una cuadrilla reducida por los viajes de recreo y las obligaciones agrícolas. No obstante parece que las aguas vuelven a su cauce, la cuadrilla ya va cogiendo la forma natural, y el cierzo hace su presencia con la esperanza de que el paseo por llanos y laderas estabilice el caminar y devuelva las ganas de salir al monte. 
Judías con tocino  al puchero, de Pablo.
No obstante las dificultades naturales, se cobraron diversas piezas de caza, y la cocina y la tertulia entre amigos, a veces excitada, continúa dando buenos momentos que nos ayudan a seguir el camino de la vida que como dice una frase atribuida a Albert Einstein que preside un rincón de mi salón “La vie, c’est comme une bicyclette, il faut avancer pour ne pas perdre l’équilibre”.
Setas de cardo en el secano.
Huevos duros con cebolla caramelizada del "chef".


La Diana en faena.

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