Septiembre
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El caballero Jorge con "Morfeo" |
En las huertas, se aprovecha la
mengua de la luna para cortar las uvas de las vides y encomendarse a Baco para
llenar toneles y porrones de excelentes caldos afrutados de merlots y de garnachas que las noches refrescan en los escasos lagares y bodegas que todavía quedan en
el pueblo.
El amigo “Sabino” es uno de los lugareños que cultiva las vides de
la huerta con esmerada atención procurando una cosecha ecológica sin más aditivos que el conocimiento, la
investigación, el esfuerzo y el arte que se requiere para pisar las uvas en el
trajal antes de que chorren los aromáticos caldos por la trascoladora.
─
Y, lo
de Catalunya, ¿cómo va?
─
Ya
veremos.
─
Anda
que el Puigdemont s’ha luciu incitando a los vecinos a incordiar a los alcaldes
que no piensan comuél.
─
¡Un
desustanciau!

Hacia el mediodía, los jinetes se refrescan junto a los caballos y “Morfeo”, un halfinger de preciosa planta descansa junto a su dueño, Jorge Uya, buen conocedor del mundo equino y dedicado siempre a la organización de eventos en el pueblo, en tiempos con las motos y ahora con asuntos medievales.
Y, como en todo mercado que se
precie, no faltan los puestos de artesanos de satisfacer la gula con olorosos
quesos de oveja, embutidos variados de las comarcas aragonesas, cecinas de León
y ardientes orujos perfumados de manzanilla de la Sotonera.
Un cetrero ameniza
la tarde con el vuelo de búhos y águilas adiestradas que arrancan aplausos de
un público que se resiste a despedirse de un verano caluroso cuando, más tarde, la noche se torna
fresca y las gentes se retiran con la luna oscura de septiembre.
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