Verano



Los fuegos de final de fiesta. Agosto 2015
Foto: jberniz
En la vida, uno tiene momentos de intranquilidad que preceden a la calma relajada de un otoño que se vislumbra entre los suaves atardeceres de septiembre. Las delicadas hojas de los álamos que brillan sobre el río trasladan esencias de girasoles y vendimias bajo el susurro alegre de su risa ensombrecida por las ripas. Ya se fueron las músicas del baile, el griterío de los pasacalles de charangas y dulzainas medievales, el olor anisado de las tortas horneadas, el aire espeso por el humo sulfuroso de los fuegos del infierno que saludan la luna en las noches de agosto y el olor a lúpulo y a pan tierno de la espumosa cerveza que invade las terrazas veraniegas. Todavía flotan en el aire los aromas abrasados de trigo y de cebada, el olor arcilloso de la tierra mojada por la tormenta de verano, la fragancia de tentadores perfumes orientales en las noches de fiesta y el esplendoroso aroma a chocolate que inunda la plaza en la mañana. El cierzo se lleva los anhelos perdidos y las aguas arrastran los sueños de un verano que ya no volverá.

Invitación a chocolate y torta en la fiesta de San Juan "el degollau"
Foto: jberniz

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